LA PIEDRA DEL SOL ( KUAUHXIKALLI )

03.12.2015 09:40

"Aunque sea de jade se quiebra, aunque sea de oro se rompe, aunque sea pluma de Ketzal se desgarra, No para siempre en la tierra, sólo un poco aquí".
Netzawalkoyotl

"La Tierra actual, por ejemplo, está completamente marchando de acuerdo con la Ley de la Entropía, y si no hay un gran sacrificio, quedará igualada el día de mañana, convertida en una Luna más; pero como no se ha terminado el programa —cada planeta tiene que tener sussiete Razas antes de convertirse en Luna—, pues hay que hacer un gran sacrificio: SE NECESITA LA CATÁSTROFE, Y EL SACRIFICADOR VA A SER EL TEOMERTMALOGOS..."
 
Samael Aun Weor

 
El poder de persuación del "Ser ", frente a la ignorancia ilustrada. 

Es una tremenda realidad cuando se dice que mirando no vemos, oyendo no escuchamos y sin entendimiento no entenderemos la sabiduría.

Mientras eres un investigador pasivo, de esos que tienen el corazón apartado de las más elevadas y sublimes inspiraciones del espíritu, eres simplemente un curioso espectador de la cultura, no importa como se llame ésta. 

No importa el número de veces que las verdades simples y cósmicas pasen delante de ti, no las verás, no escucharás sus gritos, y tropezando con ellas las apartarás pensando que son necias. Hasta que un buen día, la verdad te persuade, para que le conozcas y te conozcas, y conozcas a todo lo que te es semejante. 

Las circunstancias comprometedoras nos obligan a participar desde el corazón, desde el Ser mismo de la vida, allí donde el intelecto no es capaz de penetrar. 

Esto acontece con las culturas aborígenes de las distintas latitudes de la tierra, así reaccionamos, estudiándolas superficialmente o simplemente ignorándolas, aunque el conocer sea una necesidad. 

Un ejemplo muy peculiar es el que nos ocupa, la Piedra del Sol o KUAUHXIKALLI AZTECA. Se trata de una piedra basáltica circular, de 3,59 m de diámetro y un peso de 25 toneladas, esculpida y trabajada con un arte incomparable, y que probablemente usted o yo simplemente le damos un significado decorativo, el de un calendario que no conocemos. 

Jamás sospecharíamos el contenido esotérico del CALENDARIO AZTECA, pues si el Cristo crucificado conmueve las fibras más íntimas de un cristiano hasta su éxtasis, la Piedra del Sol o KUAUHXIKALLI, no sólo sintetiza la más elevada Religión de nuestros antepasados de América, sino que además tiene un profundo significado científico, filosófico y por ende artístico, esto último es lo que desde nuestra ignorancia más o menos intuimos.

Un pasado que nos descubre nuestro presente y futuro inmediato.

Sabemos que las religiones son madres de las culturas, que cada religión y cada creencia se han establecido en una época determinada por el paso de nuestro mundo y todo el sistema solar en correspondencia con las diversas constelaciones, y todo en función de un desarrollo espiritual, propio de una época, de una raza, así como la situación geográfica, clima, etc., que determinan los materiales orgánicos e inorgánicos para la conformación de un símbolo o de varios.

Por otro lado, estamos científicamente bien informados de la redondez o curvatura a la que tiende el espacio y sus contenidos y su total coexistencia con el tiempo, de tal manera que podemos decir que el tiempo es curvo, por ende los acontecimientos históricos se repiten, aunque no en su total forma, sí en su esencia, ya sea en espirales altas o bajas, y es allí donde podemos comenzar a penetrar en el significado más profundo del Calendario Azteca o Piedra del Sol.

La Piedra del Sol, en un sentido figurado, es como aquellas verdades que la mente humana oculta en su subconsciente, pero que al cabo de un tiempo el hombre las necesita una vez más, porque son su raíz o razón de ser, por esta misteriosa razón emerge de la tierra el Calendario Azteca, no como un descubrimiento casual, más bien como la verdad que la humanidad debe saber.

La Piedra del Sol fue descubierta enterrada en la esquina Sureste del Zócalo o Plaza Principal de la Ciudad de México a finales del siglo XVIII, el 17 de diciembre de 1.760, durante los trabajos de construcción de la nueva catedral. Se encuentra sobre la pirámide doble de Tenochtitlán consagrada a Tlalok y Witzilopochtli, las deidades de la lluvia y de la guerra, es decir los dioses del hombre nuevo o nacido por segunda vez y la guerra florida o la aniquilación interior de todo lo falso.

En esa fecha, siendo Virrey de la Nueva España Don Joaquín de Monserrat, la Piedra del Sol fue llevada después a la catedral Metropolitana y colocada en la pared poniente de la torre, donde permaneció hasta el año de 1.885 cuando el presidente, general Porfirio Díaz ordenó su traslado al Museo Nacional de Arqueología e Historia. Data de la época de Axayakatl, el sexto rey azteca, y es probable que sea una réplica de una piedra original más antigua, que tal vez se perdió en un lago situado al lado del Museo Antropológico de Ciudad de México.

El grabado de la enorme piedra está fundamentalmente dedicado al DIOS PRINCIPAL, NUESTRO PADRE EL SOL, TONATIUH, en torno al cual tienen sitio todos los fenómenos físicos, psíquicos y espirituales. 

¡Ha llegado la hora en que se descubra su mensaje! Su aparición y descubrimiento esotérico indica que la humanidad ha adquirido, relativamente, el estado adecuado o la madurez para enfrentarse a un pasado que cíclicamente se repite.
 
Entre lo perecedero y lo imperecedero. 

KUAUHXIKALLI o  Calendario Azteca lo incluye todo en el universo, desde los interiores hasta los exteriores; es el hombre, y es Dios, nuestro Padre Sol; es todo lo que hay entre el hombre y Dios; los acontecimientos pasados, presentes y futuros; días, divisiones de los días; meses, divisiones de los meses; años, divisiones de los años; siglos, divisiones de los siglos; horas, minutos, segundos y hasta terceros, de allí que se afirme que es el calendario más exacto que hasta el momento se conozca.
 
En cinco símbolos de la Piedra del Sol, en su parte central aparece grabada la historia de la humanidad a las cuales se les ha llamado edades, soles o razas, y según esta descripción somos los "HIJOS DEL QUINTO SOL", el centro de la cruz (o para ser más exactos de la equis) que figura en el centro del calendario, y esto es muy significativo pues representa el mayor grado de materialidad que puede alcanzar el universo una vez se han manifestado ya los cuatro elementos, por lo tanto retornar o reintegrarse al principio original es la única y última posibilidad que tiene nuestra raza, y la vía se llama: AUTOSACRIFICIO, TRANSFORMACIÓN, REGENERACIÓN o simplemente perecer.
 
La Piedra del Sol puede leerse de dos maneras, partiendo del borde exterior o partiendo del centro. Para nuestros antepasados, la Vía Láctea representa la mayor fuerza de expansión con respecto al hombre, antes de llegar a la totalidad absoluta, como sabemos la suma de determinado grupo de galaxias constituyen un infinito, y la suma de muchos infinitos nos lleva a la infinitud que todo lo sustenta, el Absoluto, el centro mismo del Calendario Azteca.
 
TONATIUH, nuestro Padre, ocupa el centro del sistema de relaciones planetarias, primero con respecto a nuestro sistema solar, después en relación a las Pléyades, más allá como corazón de la Vía Láctea, y seguramente el eje de un infinito, de varios, hasta ser el Inmanifestado Absoluto. Lo más importante es que lo infinitamente grandes es, a su vez, lo infinitamente pequeño en nuestro Ser, y en general en toda la naturaleza. TONATIUH, nuestro Padre, en el centro mismo de la Piedra del Sol, es el Sol de esta Quinta Raza raíz, nosotros los Arios.
 
La Piedra del Sol sintetiza el movimiento, lo que está en torno a TONATIUH, y el no movimiento, lo que está en el interior, el mismo Sol que jamás envejece. Dicha síntesis es resultado de la relación entre ambos universos, el perecedero y el imperecedero. La relación círculo exterior-centro, da lugar a la fuerza centrípeta, y la relación centro-círculo exterior, a la fuerza centrífuga.
 
TONATIUH, se convierte siempre en el SACRIFICADOR de cada período, al mismo tiempo en el iniciador. El resto del universo es el SACRIFICADO, completándose ambos y dependiendo el uno del otro.
 
TONATIUH, el mundo electrónico o solar.


 
Las tradiciones sagradas de nuestros antepasados, afirman que la creación tiene un creador solar y toda la creación está implícita en su creador. El sol, que cada mañana nos da aliento y vida en el nivel natural, también nos da la luz del espíritu y vida en los universos sobrenaturales. Si el Sol desaparece, la vida muere. Los científicos no lo podrán en duda, porque la luz es más importante que el aire, en el sentido en que sirve de soporte para el aire y que este también está impregnado de ésta. La luz es la única substancia que baña y penetra el universo entero.
 
Por todas esas razones y muchas otras, el culto solar siempre gira en torno al nacimiento de la luz, su triunfo, su persecución, su muerte y posterior resurrección, algo semejante a lo que le sucede al sol con respecto a nuestro mundo cuando cada año hace su paso por el zodiaco.
 
Con TONATIUH, nuestro Padre el Sol, realmente, comienza la liberación. Nuestro Sol es el mundo del espíritu divino, el mundo electrónico, el mundo a partir de la sexta dimensión.
 
"En el mundo electrónico somos Luz y vivimos en todas las cosas. Allí vivenciamos tremendamente la realidad de la Unidad de la Vida. Los cuerpos electrónicos se mueven libremente con la Gran Luz en el Espacio Divinal. La conciencia humana, vestida con su cuerpo electrónico, incluye, dentro de sí misma, la vida y la conciencia de todos los seres del Universo. Esto es el YOGA, la unión con Dios. Todo aquél que adquiere Espíritu, tiene que vivir el DRAMA DEL CRISTO INTERNO, en su vida práctica, en su hogar, en su pueblo, entre sus gentes. Este es un drama cósmico que existe desde antes de la venida de Jesús. La esencia del drama, su evento principal, es la muerte del INICIADO y su entrega suprema al PADRE. Este acontecimiento se sucede entre rayos, truenos y grandes terremotos".
 
Samael Aun Weor
 
TONATIUH, el Sol espiritual, como fuerza electrónica ejerce poder sobre los mundos molecular, celular y mineral, es decir, sobre el alma, sobre la vida orgánica, y la vida infradimensional; el círculo exterior que conforma el resto del Calendario Azteca, hasta el límite de las dos serpientes llamadas Xiukoatl.
 
TONATIUH, nuestro Padre, el brillante Sol que nos da vida, luz y calor, aparece decorado a la manera Nawatl, con una corona para simbolizar su realeza con respecto a toda la creación; un pendiente nasal o nariguera horizontal que hace cruz con su soplo o aliento divino; Aretes, que representan su gran clariaudiencia u oído oculto; el lujoso collar que nos cuenta los ciclos de vidas; de pelo claro, su dorada apariencia de astro; y quizás lo que más llama su atención es la lengua triangular, expuesta hacia afuera como un cuchillo de obsidiana dispuesto al sacrificio que es propio de su naturaleza, recordemos que sin sacrificio no hay regeneración de la vida. Dada la naturaleza espiritual de TONATIUH, su verbo crea y destruye electrónicamente, de allí que también puede ser llamado Logos o Demiurgo Creador; en cuanto a la mirada de nuestro Padre el Sol, no puede ser otra que la del éxtasis.
 
Cinco soles, cinco razas.
 
 
 
TONATIUH, es el mismo Sol espiritual y el mismo Sol físico que ha regido hasta el presente cinco razas, teniendo pendiente dos más. Es el centro del sistema de relaciones planetarias, un intermediario entre las razas y las estrellas.
 
La Piedra del Sol se compone de ocho círculos concéntricos, que forman coronas circulares. Hemos empezado explicando el círculo interior, y ahora nos proponemos a estudiar el segundo, donde están representadas las razas.
 
El segundo círculo mantiene una estrecha relación con el primer círculo, y viceversa. En el segundo círculo están numeradas las cuatro primeras razas y la quinta es en sí mismo el primer círculo: "OLLIN TONATIUH" (OLLIN: Movimiento, terremoto), nuestra actual raza Aria, los Hijos del Quinto Sol.
 
Del primer círculo (Ollin Tonatiuh), surgen a los lados del gran rostro sus manos armadas de garras de águila, estrujando humanos corazones, y es interesante ver en este detalle el ligamen entre un círculo y el otro, nuestro Padre el Sol como SACRIFICADOR de cada una de las razas, además de su autosacrificio en la quinta raza, el que ya ha empezado a producirse.
 
El águila, como en todas las culturas, es un arquetipo del espíritu remontándose siempre por encima de la naturaleza, desde donde la observa y la domina. TONATIUH, se aferra al sacrificio de los corazones para fijarse en el universo. Los corazones le devuelven un amor que permanentemente Él está derramando en toda su creación, pero hay un amor correspondido y otro que no ha aprendido a DAR o irradiar y por ende a RECIBIR.
 
Básicamente, el segundo círculo es una Equis o Cruz de San Andrés, llamada más bien Cruz de Ketzalkoatl, llevando en su interior los cuatro glifos de las razas precedentes, vinculadas a su vez a los cuatro elementos.
 
"El extraordinario suplicio de Andrés, lleno de enigmas y portentos, hizo muy célebre la cruz en, sobre la cual en forma despiadada habían atado sus miembros separados".
 
Samael Aun Weor
 
La Cruz del Calendario Azteca, sublime monograma de los cuatro elementos por donde han desfilado las cuatro "razas raíz" de nuestro planeta, permitiendo cada una de ellas que existimos, para bien o para mal, en este mundo físico tridimensional, los Hijos del Quinto Sol o quinta esencia.
 
"¡Bien hecho, oh Cruz, pues rodeas la circunferencia del Mundo!". 
 
Los "HIJOS DEL PRIMER SOL" o primera edad: se le denominó "OZELOTONATIUH", de OZELOTL, que significa TIGRE y TONATIUH, el SOL. Los devorados por la sabiduría. Los andróginos divinos de la primera raza, representada por una cabeza de tigre (SOL TIGRE 4), símbolo evidente de la sabiduría. No violaron la ley y este fue su sacrificio: se consagraron a nuestro Pare el Sol.
 
 
A esta primera edad también se le conoce con el nombre de Raza PROTOPLASMÁTICA, la lejana Thule paradisíaca, tierra  de Asgard, Isla de Cristal, que habitó en lo que hoy conocemos como el casquete polar norte, en una tierra semietérica, semifísica. Humanidad, auténticamente solar. Elemento: la Tierra.
 
"Ni por tierra ni por mar
se logra llegar
a la Tierra Sagrada",
se repite vehementemente
en la tradición helénica.
"Solo el vuelo del espíritu
puede conducir a ella",
dicen con gran solemnidad
los viejos sabios
del mundo oriental".
 
Samael Aun Weor
 
Los "HIJOS DEL SEGUNDO SOL" o segunda edad: correspondiente a "EHEKATONATIUH", de EHEKATL, dio del Viento y TONATIUH el Sol, llamada también RAZA HIPERBÓREA (la Raza de la tierra de Ápolo), habitó las regiones boreales que como herradura continental circundan el casquete polar norte, fueron arrastrados por fuertes huracanes. Elemento: el aire.
 
 

"Inefables Ciudadela del Sol
 envuelta en múltiples esplendores,
Isla Blanca, Rincón del Amor,  
Tierra de Apolo..."  
 
Samael Aun Weor  
 
Los "HIJOS DEL TERCER SOL" o tercera edad: "SOL DE LLUVIA", correspondiente a "KIAWITLTONATIUH" de KIAWITL, lluvia y TONATIUH el Sol, los destruidos por las lluvias de fuego. Esta es la raza de hermafroditas lemures, que habitaron en el continente Mu o Lemuria, volcánica tierra donde hoy es el Océano Pacífico. Al principio, de reproducción ovípara produciendo seres hermafroditas, y más tarde con predominio de un sólo sexo (masculino o femenino), en la segunda mitad de su período comenzaron a fornicar, entonces los dioses les castigan arrojándoles fuera del Edén paradisíaco. Elemento: el fuego. 
 
 
 
"Eras el sello de la perfección.
Lleno de sabiduría y acabado de belleza.
Habitabas en el Edén,
en el Jardín de dios.
Vestido de todas las preciosidades.
El rubí, el topacio, el diamante,
el crisólito, el ónice, el berilo,
el zafiro, el carbunclo,
la esmeralda y el oro te cubrían".
 
CANTO DE EZEQUIEL 
 
Los "HIJOS DEL CUARTO SOL" o cuarta edad: "SOL 4 AGUA", corresponde a "CHALCHIUHTLIKUE ATONATIUH" de CHALCHIUHTLIKUE diosa de las aguas, esposa de TLALOK (dios de las lluvias), y se le representa por una vasija llena de agua. Esta es la raza de los Atlantes, cuya tierra estaba situada en el océano que lleva su nombre. Elemento: el agua. 
 
 
 
"En el año 6 de Ka, el II Muluc, en el mes Zrc,
ocurrieron terribles terremotos
que continuaron sin interrupción hasta el 13 Chuen.
El país de las lomas de barro,
la tierra de MU, fue sacrificada".
"Cuando la estrella de BAL cayó en el lugar
donde ahora sólo hay mar y cielo (el Océano Atlántico),
las siete ciudades con sus puertas transparentes
temblaron y se estremecieron como las hojas de un árbol
movidas por la tormenta.
Y he aquí que una oleada de humo y fuego
se elevó en los palacios,
los gritos de agonía de las multitudes llenaban el aire".
 
"El sacerdote de RA-MU: 
¡Moriréis con vuestros esclavos y vuestras riquezas, 
y de vuestras cenizas surgirán nuevas naciones,
si ellos (refiriéndose a nuestra actual raza Aria),
se olvidan de que deben ser superiores, no por lo que adquieran
sino por lo que dan, la misma suerte les tocará".
 
Las cuatro edades o razas raíz constituyen la cruz en equis de la Piedra del Sol, el Nawi Ollin Azteca, de Nawi cuatro y Ollin, movimiento: la cruz en movimiento, el nacimiento, la muerte y la resurrección.
 
La unión de los contrarios crea, en un orden exterior o interior, y la diferencia entre ambos es por DESEO ATÓMICO o por AMOR ELECTRÓNICO. He allí el misterio de la cruz sexual en las tradiciones solares y serpentinas. Mientras el deseo atómico SACRIFICA al Espíritu en la cruz sexual, lo contrario hace el amor electrónico que SACRIFICA  a la Materialidad, de allí que sea la Cruz por excelencia un arquetipo universal de lo sexual. 
 
"Nuestros antepasados representan en muchas formas la cruz, el movimiento del Universo. La cruz no la trajeron los europeos. Nuestros aborígenes la representan en muchas formas y siempre es dinámica, activa. Ese es uno de los misterios de  la cruz".
 
VÍCTOR MANUEL CHÁVEZ CABALLERO
 
Nos es difícil comprender que la Cruz Sexual levante grandes culturas y que también las reduzca a piedras y escombros. Lo sexual, genera, degenera o regenera la vida, todo depende del conocimiento que tengamos de su ciencia y religiosidad, esto algunas veces lo ha sabido la humanidad, otras lo ha olvidado, y otras simplemente lo ignora. 
 
Los "HIJOS DEL QUINTO SOL" o quinta edad: "Nawi Ollin", eso significa este Quinto Sol, Sol de movimiento, en el cual vivimos nosotros los Arios, ocupando cinco continentes. Sol de movimientos y terremotos.
 
 
Por no saber ser superiores por la virtud de dar, la misma suerte nos tocará, como la Atlántida seremos sacrificados antes de que peligre toda la vida del planeta, pues no se ha terminado el programa para nuestro mundo, como es tener sus siete razas.
 
El Quinto Sol, NAWI OLLIN, Cuatro Movimiento, como glifo mayor del Calendario sintetiza el destino de nuestra raza, el de perecer a través de terremotos y por el fuego. San Pedro, el apóstol, nos confirma esta profecía: "El día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos ardiendo se desharán, y la Tierra y todas las obras que hay en ella se quemarán".
 
Ep. 2, III, 4-10
 
Para nuestros antepasados, el Sol no sólo era el símbolo de la muerte, sino que tenía muchos significados: TONATIUH (el que Calienta), CHIMALPOPOKA (el Escudo Humeante), TLALCHITONATIUH (el que Calienta la Tierra), KUAUHTLEHUAMITL (Águila de Dardos de Fuego), XIUHPILTONTLI (el Niño de Turquesa), ONAKI TONATIUH (Sol en el ocaso). El Padre Sol era, indiscutiblemente, el centro de su cultura en general.
 
A propósito del final de los Hijos del Quinto Sol, leemos en la reciente publicación Cultura Gnóstica Tolteca de Don Víctor Manuel Chávez Caballero, lo siguiente: "En nuestro Calendario Azteca hay un jeroglífico que nos hace reflexionar mucho.
 
En las profecías que se han dado por el mundo, todas coinciden en señalar una catástrofe que se dará en 1999 en el mundo. Nostradamus señala el mes séptimo; los mayas el Katun-13.
 
El jeroglífico del que hablamos es el que figura en la parte superior de nuestro Calendario Azteca, que señala el 13-Akatl".
 
Para una mejor comprensión de este punto, diremos que para nuestros antepasados los Aztecas los años eran Casa, Conejo, Caña, o Pedernal. Estos se van combinando con los numerales del 1 al 13 (trece eran los Cielos o estados de conciencia, 13 planetas, el año de 260 días: 13 x 20 = 260, la "semana" de 13 días, etc.), al finalizar cada ciclo de 13 se hacía una ceremonia, la Atadura de los años. Cuando cuatro de estos ciclos terminaban (4 x 13 = 529) se hacía una ceremonia más importante, el Fuego Nuevo. En esta ceremonia todas las jarras y platos viejos se rompían, los braseros y fogones se limpiaban y todos los fuegos se apagaban.
 
Llegado el momento en que la estrella Aldebarán y las Pléyades llegaban a lo más alto del cielo y seguían su camino, un "fuego nuevo" se prendía con el mamalhuatzin, el instrumento de madera que se usaba para hacer fuego. De este "fuego nuevo" se encendían numerosas antorchas repartiéndose por los cuatro rumbos del Valle del Anawuak.
 
Hemos de entender que después del "Cuarto Sol", hubo un primer "Trece Akatl" o Trece Caña, y como ya había sucedido antes, una vez más los dioses se reunieron en Teotiwakan, el de arriba, para la creación del Quinto Sol o quinta raza. Existe la idea de que los Aztecas son ahora los iniciadores y responsables de la nueva era que apenas comienza con el final de este quinto período, y tiene sentido cuando somos informados de que la constelación de Acuario tiene en estos momentos su centro de gravedad en la pirámide del Sol de Teotiwakan, tal como lo afirma el V. M. Samael Aun Weor, fundador de las instituciones gnósticas a nivel mundial.
 
El signo AKATL con 13 numerales (13 CAÑAS), como emblema de los 13 cielos, es el origen de la creación y el modo en que esta se organiza a partir de OMETEKUHTLI Y OMECIWATL, el Señor y la Señora de la dualidad, en el OMEYOKAN u "Ombligo del Universo". Por lo que podemos decir que además el trece es el número Absoluto en la cronología Nawatl.
 
No solo estamos concluyendo un segundo milenio, sino además el final de un año sideral, que es el recorrido relativo de nuestro sistema solar en torno al cinturón zodiacal. Aproximadamente cada era tiene un tiempo de 2.160 años, multiplicado esto por los doce signos, tenemos 25.920 años, un año sideral. 
 
"La humanidad ya está completamente madura
para el castigo supremo;
el fin de esta humanidad vergonzosa se acerca...
 
El análisis kabalístico demuestra
que en los números dos (2), cinco (5), cero (0), cero (0)
se encuentra el secreto de la Gran Catástrofe.
Quien tenga entendimiento que entienda
porque aquí hay sabiduría.
 
Desafortunadamente, las gentes jamás saben penetrar
en el hondo significado de ciertas cantidades kabalísticas;
es lamentable que todo lo interpreten literalmente.
 
Es preciso aguardar con sangre fría
la hora suprema,
del castigo para muchos
y del martirio para algunos".
 
Samael Aun Weor
 
TONALPOWALLI, Cuenta de los Días.
 
 
Continuando en el estudio  de la Piedra del Sol, pasamos al tercer círculo, denominado TONALPOWALLI, la cuenta o rueda de los días.
 
Dividían los Aztecas el espacio en cuatro direcciones, no sólo por su significado religioso, sino ademas por el gran conocimiento científico. Dos diagonales definían muy bien el fundamento del universo, la primera era la ruta del Sol (este-oeste), y la segunda línea, que de norte a sur es su anchura, el principio pasivo. Cuatro direcciones y un santo lugar que es el centro y eje, del universo.
 
El numero 5 es por lo tanto un arquetipo que aplicarán a sus pequeños y grandes cálculos.
 
Más allá de este universo de tres dimensiones, los Aztecas tenían conocimiento del hiperespacio o universo multidimensional, concebían a este en 13 niveles, 13 cielos, y 9 infradimensiones.
 
El 13 será otro de los números fundamentales para el conocimiento del espacio-tiempo. Si buscáramos la relación entre el número 5 y 13, descubriríamos su interesante relación. Cuatro direcciones del universo que al multiplicarse por el numero 3 que es igual a 12, sumado éste al santo lugar o eje de la cuadratura es igual a 13.
 
El número trece será la medida cíclica de tiempos de diferente duración, de mayor o menor grado, por ejemplo:
 
Wewetiliztli: una gran edad de 104 años.
Xiuhmolpilli: ciclo de 52 años.
Tlalpilli: atadura de cada 13 años.
Xihuitl: año solar de 365 días (18 meses de 20 días + 5 nemontemi).
Tonalpowalli: calendario ritual de 260 días (20 signos x 13 números).
Meztli: meses de 20 días y semanas o trecenas de 13 días.
 
104 es el resultado de sumar el 52 (52 + 52 = 104). El 52 de multiplicar el 13 x 4, las cuatro direcciones del universo, esto es igual a 52. 18 meses son necesarios cuando los meses son de 20 días, y así por completar la circunferencia de 360º + 5 nemotemi =  365. 25 días. En cuanto al numero 20, este contiene la cruz, grupos de cinco repartidos por cuatro direcciones (4 x 5 = 20). Y el número del hombre verdadero.
 
El año civil constaba de dieciocho meses de veinte días (Xiuhitl), el llamado año solar, que se relacionaba con los trece meses del calendario mágico. La perfecta correspondencia entre ambos calendarios se sucedía cada cincuenta y dos años, cuando las dos ruedas del calendario se encontraban en su punto inicial.
 
En las tradiciones mayas y nawatl, los veinte días del mes encarnan potencialidades, virtudes, poderes, fuerzas de la naturaleza y el cosmos que dan a cada día un sentido metafísico trascendental. Cada signo simboliza un estado de conciencia, los pasos que se han de seguir en la gran obra del sol. Por la gran obra hemos de entender la creación de hombres auténticamente solares, el experimento que realiza constantemente nuestro Padre el Sol al depositar en nuestras glándulas sexuales lo gérmenes del verdadero hombre. No es una casualidad que tengamos veinte dedos, cuatro grupos de cinco, porque somos la geometrización del verbo divino, del logos, de TONATIUH. Cuando se dice en algunas revistas científicas que el hombre en su camino por la evolución, un día ya no tendrá los dedos pequeños de su pies, porque no tienen una función como la de los monos trepadores, se especula con gran ignorancia , se ignora que se ignora, que la imagen humana en su estructura básica es arquetipo universal.
 
Los veinte signos de los días en la tercera circunferencia o corona del calendario son los siguientes:
 
1  Zipaktli  (Lagarto): el primer día, la primera luz.
2  Ehekatl  (Viento): el aire que respiramos, el Espíritu.
3  Kalli  (Casa): principio y fin.
4  Ketzapalin  (Lagartija): el alma humana, puede caer o no en la tentación.
5  Koatl  (Serpiente): el fuego sexual y las aguas puras de vida.
6  Mikiztli  (Muerte): la negación de sí mismo.
7  Mazatl  (Ciervo): nuestro Intimo.
8  Tochtli  (Conejo): la Luna, el símbolo de la fertilidad.
9  Atl  (Agua): habitáculo del fuego, agua preciosa, ens séminis.
10 Itzkuintli  (Perro): el instinto sexual.
11 Ozomatli  (Mono): el hombre sin orientación, un imitador.
12 Malinalli (Hierba): término, caducidad, meta, consumación o el rena-  cimiento.
13 Akatl  (Caña): los rayos del Sol y la fuerza viril.
14 Ozelotl  (Tigre): el Alma Humana, la que trabaja.
15 Kuahtli  (Aguila): el Alma Divina, la unión primera.
16 Kozkakuahtli  (Zopilote): el depredador de nuestros defectos.
17 Ollin  (Movimiento): todo se mueve, todo se tambalea.
18 Tekpatl  (Pedernal): voluntad, dificultades del sendero iniciático, muerte.
19 Kiawitl  (Lluvia): aguas verticales, masculinas, el ens séminis.
20 Xochitl  (Flor): el florecimiento, la Auto-realización. 
 
"En todos los cultos religiosos encontramos
las huellas del Totemismo:
los hindúes veneran la vaca blanca;
los caldeos, la oveja humilde;
los egipcios, el buey;
los árabes, el camello;
los incas, la llama;
los mexicanos, el perro y el colibrí;
el cristianismo gnóstico primitivo reverenció al cordero,
al pez y a la blanca paloma como símbolo
del Espíritu Santo.
Siempre se ha reverenciado
a determinados elementales
o animales. Tenemos que reconocer que estas criaturas
elementales son omnipotentes, porque no se han salido
del Edén". 
 
Samael Aun Weor
 
Los Aztecas, dividían el siglo en 4 trecenas, es decir que un siglo estaba conformado por cuatro etapas de trece años, 52 años por siglo, y cada trecena se correspondía con una figura llamada "INICIAL" cuyos signos eran: TOCHTLI (conejo), con este signo se iniciaba la primera trecena. AKATL (caña), signo de la segunda trecena. TEKPATL (pedernal), la tercera trecena, y KALLI (casa), la cuarta y última trecena del siglo.
 
En resumen diremos que en esta rueda del Calendario está sintetizado el Panteón Azteca. 
 
Venus o Zitlalpol (Gran Estrella).
 
 
 
El cuarto círculo del Calendario está formado por los ocho rayos del Sol y expresa la unión entre el Sol y Venus. Su posición intermedia entre el centro y el exterior del calendario nos indica su papel equilibrador, no es una casualidad que Venus represente a nuestro Señor KETZALKOATL, la Serpiente Emplumada, signo inequívoco de la unión del cielo y la tierra, del espíritu y la materia, que es lo que representa una serpiente emplumada. Ketzalkoatl con la cruz  a cuestas, representa  la unión de los dos mundos y señalándonos el camino directo que conduce a la luz, nos recuerda precisamente al mártir del Calvario, Jesús de Nazaret.
 
Aparte del sol, Venus es el objeto celeste más importante de la teogonía de Mesoamérica. Símbolo por excelencia del Cristo, el segundo Logos, el Hijo del Sol, el divino amor.
 
El movimiento aparente del planeta Venus visto desde la Tierra es de lo más completo. Su ciclo de 584 días se puede dividir en cuatro fases: aparece en el oriente antes del amanecer, como estrella matutina, durante 243 días; luego desaparece 12 días; reaparece en el poniente, como estrella vespertina, por 252 días; y por último desaparece por un período de 77 días.
 
243 + 12 + 252 + 77 =  584
 
Este ciclo forma la base del culto a Ketzalkoatl y sus trabajos en el inframundo. Ketzalkoatl como Venus es el único que puede vencer las fuerzas de la muerte, atravesar por debajo de la tierra y resucitar como el lucero de la mañana.
 
Son muchas las leyendas y cultos de Ketzalkoatl que se han desarrollado a través de las edades en el México antiguo, y más allá de sus fronteras con distintos nombres. Algunas veces como dios creador que sostiene el cielo. En otro, lo vemos como el dios de la luz en lucha constante contra las fuerzas de la obscuridad. También participa en el culto de obtención del maíz. Ketzalkoatl con la máscara del dios del viento Ehekatl, nos está indicando que él es nuestro soplo o aliento divino. Con Ketzalkoatl, nuestro Padre el Sol se convierte en el Padre de nuestro Padre.
 
La Flecha de Venus que figura en el centro del calendario, atravesando el glifo del movimiento, indica que Venus-Ketzalkoatl está en su período de frente al Sol, el Padre, es decir crucificado en Él, entonces Padre e Hijo son Uno. Esta es la unión entre el Sol y Venus.
 
Recordemos que cinco revoluciones de Venus corresponden a ocho revoluciones de la Tierra. Cuarenta revoluciones de Venus equivalen a ciento veintiséis revoluciones de Mercurio, con una diferencia de nueve días.
 
En el Calendario, cuarto círculo, los cuarenta cuadrados (5 x 8 = 40), los cinco puntos en cruz y los ocho que hemos citado hacen referencia a los signos de Ketzalkoatl. Los cinco puntos aluden a su hermano gemelo, Xolotl-Mercurio, ya que cinco revoluciones de Mercurio equivalen a una revolución de Venus.
 
Venus-Ketzalkoatl se crucifica en el Sol y en la Tierra, obsérvese cuatro puntas solares y cuatro venusinas alrededor de los días terrenales. La hora de la gran crucifixión cósmica está señalada por una punta solar y por otra venusinas. Vemos en toda esta combinación de símbolos el entretejido drama de la pasión de Nuestro Señor Ketzalkoatl, el Cristo mexicano. 
 
¿No es, en efecto, el Quinto Sol
el del hombre-dios cuyo corazón
se convirtió en el planeta Venus?
 
¿Y no es justamente Ketzalkoatl quien
inauguró la Era del Centro
revelando la existencia de una fuerza capaz
de salvar de la inercia?
 
LAURETTE SÉJOURNÉ
 

Así como no hay Cristo sin Espíritu Santo, no puede haber Ketzalkoatl sin Tlalok.
 
 
 
 
El quinto círculo está vinculado con el planeta Marte. Al lado del Sol, de cualquier teogonía, siempre están presentes Venus y Marte, Uriel y Samael. Marte tiene una revolución sinódica de 780 días, equivale a 260 X 3.
 
Mercurio alterna con Venus y esto es diferente, Xolotl (doble) es el gemelo de Ketzalkoatl cuando se encuentra en el bajo mundo, cuando parece que se lo ha tragado la tierra. El descenso y el ascenso del mercurio sexual en la alquimia gnóstica.
 
En el simbolismo del calendario, Marte encarna el culto a Tlalok, el agua quemada, el Vino de la Tierra, dios de la lluvia, su nombre completo es Tlalokantekuhtli, que significa (Señor del Lugar donde Brota la Lluvia, sustento de la Tierra). Los mayas lo llaman Chaak, los zapotecas Kocijo. Tlalok es ayudado por innumerables tlaloke, pequeños seres que se encargan de llevar las nubes, la humedad y los relámpagos de un lado a otro.
 
Existen innumerables lugares de mesoamérica donde se rinde culto a Ketzalkoatl y Tlalok, por ejemplo en Kopan hay un templo con siete escalones muy representativos de la inseparatividad de ambas divinidades y fuerzas de la naturaleza, al igual que en Teotiwakan.
 
Marte (Tlalok) es quien diferencia y separa los mundos, en el caso del calendario así sucede; se asemeja al rayo místico del fuego que abre las aguas primordiales, como la reja del arado que traza surcos en la tierra donde se introduce la semilla de la manifestación, o el Espíritu Santo fecundado.
 
Según el Códex de Dresde, Marte está unido al día Muluc (mucho o montón) de los mayas, el Atl (agua) azteca y al Chuen maya o Ozomatli (mono) azteca. Todo esto significa densidad, materialidad o sublimación, regeneración.
 
El número tres está vinculado a este planeta porque TONALAMATL (libro de los destinos o los veinte signos de los días) multiplicado por tres equivale a 260 x  3 = 780, y tres de sus giros sinódicos corresponden casi a cuatro giros de Venus. Las tres bandas paralelas de este quinto círculo hacen alusión a esa proporciones. En el mismo círculo aparecen también setenta plumas que pueden simbolizar las revoluciones sinódicas, ya que setenta (7 x 10 = 70) es múltiplo de las siete revoluciones. 
 
"Vosotros los sacerdotes, vosotros los tlalokeh,
los que estáis colocados en los cuatro lados,
los que estáis en los cuatro lados,
vosotros, los que portáis el cielo".
 
"Ya andaré el camino ancho,
el camino bifurcado,
que en ninguna parte tiene cabeza,
el camino del tular
que nunca se acaba, que nunca se empolva,
que durante todo el día,
que durante toda la noche, es andado". 


 
Relación entre el mundo planetario y el mundo estelar.
 
Los círculos quinto, sexto y séptimo están íntimamente relacionados, ya que constituyen la unidad Marte-Júpiter-Saturno. El sexto círculo corresponde al planeta Júpiter, el joyel del cielo, a Tezkatlipoka (el espejo que humea) en su aspecto de cielo estrellado y de la noche. 
 
"Los espejos sirven para inducir a otros estados de conciencia y ver otras edades; pueden ser de jade, de obsidiana, de tekalli, de vidrio, un simple balde con agua o un estanque o charco, siempre que el agua esté en reposo; son puertas a otra dimensión, y su humear es nuestra imaginación, reflejada en el espejo de una mente quieta y una tranquila conciencia".
 
VÍCTOR MANUEL CHÁVEZ 
 
En este sexto círculo, Tezkatlipoka se compone de ocho colgantes, que representan el cuadrado Venus-Marte, y de tres plumas, con el punto Chalchiutlikue. El mismo símbolo aparece en el Quinto Sol, en forma de dos cuadrados, cinco plumas y un punto concéntrico.
 
Saturno y Marte forman dos franjas sucesivas, que unen los días y la Vía Láctea. Establecen así la relación entre el mundo planetario y el mundo estelar. Las flechas solares unen los cuatro círculos exteriores y los cuatro círculos interiores y tocan con sus puntas la octava franja, la de la Vía Láctea. 
 
"Oh, Dios Todopoderoso, que das vida a los hombres,
 que te llamas Titlakawa (cuyos siervos somos)
hazme esta tan señalada merced de darme todo lo necesario,
para el sustento de la vida, así de comer como de beber
y gozar de tu clemencia, suavidad y delectación;
ten misericordia de mí, abre las manos de tu misericordia
y úsala conmigo.- Mayiuh, Mayiuh, Mayiuh (hágase así)".
 
Xiutekutli, el señor del fuego.
 
Séptimo círculo, el círculo de Saturno. Esta franja, formada por veintiocho pequeños arcos (que recuerdan las vértebras de la serpiente), está dedicada al planeta Saturno, éste efectúa veintiocho revoluciones sinódicas en casi veintinueve años trópicos.
 
En la mitad de ese tiempo, se cuenta nueve revoluciones de Venus. Saturno, es Xiutekutli, el señor del fuego, llamado igualmente Huehueteotl.  Xiutekutli repre-senta la lluvia de las estrellas o la lluvia del fuego estelar. 
 
Xiuhkoatl, serpiente de fuego.
 
Octavo círculo, el círculo de la Vía Láctea. La Piedra del Sol está limitada por dos semicírculos en forma de dos serpientes llameantes Xiukóatl, serpiente de fuego. En nawatl, xiu significa fuego, año y turquesa. Koatl significa serpiente o gemelo. Las dos serpientes que rodean el calendario reúnen todos estos significados y representan al universo que lo rodea todo. La Xiuhkoatl carga al sol a través del cielo. De día su cuerpo se ve azul turquesa; en la noche se alcanza a ver formado por las estrellas de la Vía Láctea. Una constelación de siete estrellas que salen de sus cabezas señalan las Pléyades y la Osa Mayor. Se ven salir los rostros de Tonatiuh (el Sol) en su recorrido este-oeste (a la derecha), y de Xiutekutli, en su función de Saturno, el tiempo y la noche, en su recorrido oeste-este. Su interpenetración genera el octavo movimiento.
 
Las Pléyades es una de las constelaciones más importante de la astronomía azteca, ya que indica el fin y el principio de los ciclos de 52 años.
 
La Piedra del Sol, una piedra de autosacrificio
 
He pasado de simple espectador a la más profunda veneración de una sabiduría grabada en piedra que sólo hombres-dioses pudieron calcular con una matemática hiperdimensional.
 
Habrá mucho que estudiar para penetrar en niveles más concientivos de la Piedra del Sol.
 
Me he sentido cautivado por tanta armonía y perfección, llegando a la conclusión que el mensaje gnóstico es siempre el mismo.
 
Estoy seguro que el idioma en este estudio es fundamental, y allí residen las limitaciones, el riesgo a la especulación o distorsión de la pureza del mensaje de nuestros antepasados.
 
A nuestro favor tenemos la divina gnosis develada por el V. M. Samael Aun Weor, sin su guía sería casi imposible trascender de la antropología meramente profana a la antropología psicoanalítica.
 
En la Piedra del Sol está, indiscutiblemente, lo que de nosotros no sabemos, es ella por lo tanto la respuesta al CONÓCETE A TI MISMO.
 
La humanidad necesita, urgentemente, conocer su profundo mensaje, porque es una guía del ser y el saber universal, un arquetipo a considerar siempre en el arte, la ciencia, la filosofía y la religión.
 
Sacrificar y Sacrificador es la continua enseñanza del Calendario Azteca, ¿no es esto la vida en el universo manifestado?, lo que los humanoides pudimos hacer de la enseñanza del autosacrificio al transformarla en sacrificios externos, no es de la responsabilidad de la verdadera cultura Azteca. La historia de la humanidad está llena de estos errores justificados de miles de maneras por la mente sensualista.
 
La cruz en equis encierra todo el mensaje regenerador de Nuestro Padre el Sol, TONATIUH, Él es el primero inmolado en el centro del universo, le sigue su Hijo, Nuestro Señor Ketzalkoatl, El Lucero de la Mañana, y ambos fusionados en el gran abrazo  del Amor,  trascienden el precio del dolor . Cuando somos capaces de ver esto en el calendario azteca, entonces percibimos la fuerza que de él emana, y ya no será diferente al Cristo crucificado, en su agonía, en su  muerte, en su resurrección y unión con el Padre Sol, porque el misterio es el mismo. 
 
"La LEY DEL LOGOS SOLAR es el
SACRIFICIO POR LA HUMANIDAD.
Él se sacrifica desde el amanecer de la vida,
crucificándose en todos los mundos,
en todo nuevo planeta que surge a la existencia".
 
"En realidad, el SACRIFICIO ES UNA TRANSMUTACIÓN DE FUERZAS,
una fuerza inferior es transformada en una fuerza superior y diferente".
 
Samael Aun Weor